jueves, 9 de noviembre de 2017

Tendencia en la actividad ciclónica a largo plazo

Si bien el número de tormentas en el Atlántico ha aumentado desde 1995, no parece haber señales de una tendencia a aumentar en el cómputo global; el número anual para todo el mundo, se sitúa en unos 90 ciclones tropicales.22​

Las tormentas atlánticas, se están volviendo más destructivas a nivel financiero, ya que, cinco de las diez tormentas más "caras" en Estados Unidos han ocurrido desde 1990. Esto puede atribuirse, en gran parte, al número de personas residentes en áreas costeras susceptibles, y al desarrollo masivo experimentado en la región desde la última oleada violenta de actividad en la década de los 60.

Frecuentemente, en parte por las amenazas de huracanes, muchas regiones costeras tenían una población escasa en los puertos más importantes, hasta la llegada del automóvil de clase turista, por lo tanto, las porciones más duras de tormentas golpeando la costa eran frecuentemente desmedidas. Los efectos combinados de la destrucción de barcos y las entradas en tierra lejos de núcleos urbanos limitaban severamente el número de huracanes intensos en el registro oficial antes de la era del avión de reconocimiento y la meteorología por satélite. Aunque el registro muestra un aumento distinto en el número y fuerza de huracanes intensos, por lo que los expertos analizan los datos anteriores sin tomarlos como certeza.

El número y fuerza de huracanes en el Atlántico puede experimentar un ciclo de 50 a 70 años. Aunque es más común desde 1995, entre 1970 y 1994 ocurrieron algunas temporadas cuya actividad fue superior a la media. Los huracanes más destructivos golpearon de forma frecuente entre 1926-60, incluyendo muchos major hurricanes en Nueva Inglaterra. En 1933 se registró un récord de 21 tormentas tropicales, que sólo ha sido superado por la temporada de 2005. En las temporadas de 1900 a 1925, la formación de huracanes tropicales fue bastante infrecuente; sin embargo, muchas tormentas intensas se formaron entre 1870-1899. Durante la temporada de 1887, se formaron 19 tormentas tropicales, de las cuales 4 ocurrieron después del 1 de noviembre. y 11 se convirtieron en huracanes. Entre los años 1840 a 1860 de nuevo se formaron pocos, pero muchos golpearon las costas a principios de 1800, incluyendo una tormenta en 1821 que entró directamente en Nueva York, y de la cual, algunos expertos meteorólogos, aseguran pudo tratarse de un huracán de categoría 4.

Estas temporadas de huracanes inusualmente activas, literalmente devoraron la cobertura de los satélites en la región atlántica, lo que permite a los pronosticadores ver todos los ciclones tropicales. Antes de que la era de los satélites comenzase en 1961, las tormentas o huracanes tropicales sólo podían ser detectadas si un barco se encontraba con ésos fenómenos de forma directa. El registro oficial, por lo tanto, seguramente carece de muchas tormentas en las que ningún barco experimentó vientos de galerna o huracanados, o bien no las reconocieron como tormentas tropicales (probablemente siendo comparados a un ciclón extra tropical a altas latitudes, una onda tropical o un breve chubasco), y al volver al puerto, no eran reportados.

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